Las radiaciones ionizantes, producidas por aparatos de
rayos X o por material radiactivo, permiten obtener información
valiosa para el diagnóstico y pronóstico de las enfermedades que
afectan al hombre, también tienen un papel importante en el tratamiento
del cáncer. Su contribución a la conservación y mejoramiento
de la salud humana es significativa, pero, su manejo implica
un riesgo que debe controlarse estableciendo procedimientos y
cumpliendo con la legislación en esta materia.
La protección radiológica en la salud tiene por objeto proteger
de la radiación innecesaria al paciente, al médico, al técnico y al
público. Para este fin divide a la población en tres categorías:
pacientes, personal profesionalmente expuesto y población en
general. En cada grupo se establecen diferentes niveles de irradiación
teniendo en cuenta: el beneficio que se espera alcanzar por
su utilización y, el detrimento del patrimonio genético de la especie
humana.
En las instituciones de salud sean públicas o privadas la mayoría
del profesional de la salud está expuesto a las radiaciones
ionizantes durante su práctica profesional. Estas instituciones deben
instaurar una vigilancia epidemiológica y dosimétrica de este
personal, utilizando la dosimetría personal y llevando expedientes médicos relacionados con la protección radiológica.
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