Actualmente,
los usos de la radiación ionizante son cada vez más frecuentes. Aunque a pesar
de esta cotidianeidad es sabido por todos que, a lo largo de la historia, el manejo
inapropiado de la radiación ionizante ha desatado accidentes de consecuencias
serias y espectaculares. Si a esto le sumamos que es de conocimiento público
que las radiaciones pueden tener efectos a largo plazo, frecuentemente se
desatan temores irracionales y al rechazo de su empleo. Por otra parte, como
las radiaciones no se ven ni se sienten, se han dado casos en que el usuario
cae en actitudes necias de “invulnerabilidad”. Ambos extremos son igualmente
nocivos.
La radiación, sus características y sus efectos principales en los humanos son
bien conocidos. Por lo tanto, debe ser posible convivir con ella con la máxima
seguridad. Para ello existen normas a nivel nacional e internacional para
regular su uso.
Educar, difundir e informar con veracidad a todos los usuarios, trabajadores y
público en general es el medio más efectivo para reducir riesgos y evitar
exposiciones innecesarias.
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